viernes, 11 de enero de 2008

En tierras alcarreñas anda el río revuelto

Extraído de La Crónica de Guadalajara

DESDICHAS DE LADRILLEROS
Augusto González Pradillo
08/01/2008
La opinión semanal de LA CRÓNICA DE GUADALAJARA

Los seres humanos tenemos una insana y a veces insensata tendencia a regodearnos en los males ajenos. El tropezón de un prójimo en la calle nos arranca automáticamente al menos el inicio de una sonrisa aunque después, pero sólo después, nos inclinemos para levantarlo. Con el ladrillo, ni eso.

De unos meses a esta parte lo que se ha levantado en Guadalajara es la veda del rival por la vía del rumor. Es para espantarse y no parar de correr lo que se puede oír en los comedores de más postín de la capital (por cierto: a ver si no das más sustos, Eugenio, que lo tuyo es tu Figón y no andar de hospitales) a cuenta de las que anuncian como inevitables suspensiones de pago, los supuestos gritos en los consejos de administración, los impagos preventivos y los descalabros internacionales inmediatos o venideros. Mucho ruido a cascote, mucho afán por demoler al rival más de lo que ya lo hace el mercado, mucha mala leche mientras los demás miramos y la inmensa mayoría ni se entera de qué va la fiesta.

La mezquindad tiene en Guadalajara campo abonado para este 2008 de nuestros terrores. Si a usted lo que le pone es ver sufrir al de enfrente, lo tiene fácil con sólo asomarse a la calle Mayor y ventear cómo viene el horizonte.

Ya fue de nota el 2007, con las dos empresas alcarreñas del parqué (Urbas y Astroc) terminando el año con las mayores pérdidas acumuladas en el ejercicio (caídas en el valor del 78,62% y el 87,43% respectivamente). Mientras Ibáñez, Irízar y Calvo añoran los ya lejanos éxitos de febrero de 2006, Félix Abánades se organiza como puede para lidiar con un nuevo año en el que ya se ha dejado a día de ayer otro 22,20% de ese Astroc de sus dolores.

El pequeño problema de los amigos de las desgracias del vecino es que todo indica que hay negros presagios suficientes como para salpicarnos a todos. Incluidos el lector y el abajo firmante. El hundimiento del negocio inmobiliario en Guadalajara, si termina en la catástrofe que algunos auguran y que algunos inconscientes hasta desean, lo vamos a notar todos: desde el ricacho sobrevenido al dependiente del Ferial Plaza pasando por el inmigrante recién llegado o el castellano viejo, hipotecado o no. Si se termina el dinero, se termina para todos. Y las plusvalías ya no están aquí para ayudarnos, puestas como están a buen recaudo incluso más allá de nuestras fronteras en una Europa que no las tiene.

Aceptaremos que las apreturas económicas que se adivinan en el Ayuntamiento de Guadalajara (no se gastan un euro de más ni en la Cabalgata ni en casi nada) tienen mucho que ver con la herencia más inmediata, pero a uno se le antoja que al concejal de las arcas municipales se le han puesto ya los pelos como escarpias al ver el descenso en los ingresos por tasas e impuestos relacionados con la construcción. Estamos en un tris de pasar del círculo virtuoso al agujero negro sin apenas transición. Y ya puestos a ver premoniciones, tiene su aquel que el penúltimo Delegado de Vivienda, el otrora incombustible Abilio Martín, haya pasado de ordenar los suelos recalificables a funcionario del paro, en el SEPECAM. Ironías o clarividencias del destino. A él desde luego le va a seguir sobrando trabajo, a lo que parece.

Podemos pasar, en fin, de ser la ciudad donde los billetes de 500 corrían de mano en mano a la tierra donde se pasea con una mano delante y la otra detrás... lo cual es una desgracia sobre todo para quienes no tenemos claro ni de qué color son los nunca vistos billetes de 500 euros. Tendremos que esperar al próximo ciclo para quitarnos la melancolía que poco a poco nos invade. Pero mientras, nos saludaremos felices y contentos en las rebajas de “El Corte Inglés” que esas sí que las tenemos. Y es que no nos falta de y aún nos quejamos...

Fijo que Eugenio sigue en "el candelabro", lo que no cuenten sus cubiertos... je, je, je.


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